Invertir en formación para atraer el turismo de calidad

El mercado turístico español continúa marcando máximos históricos en cuanto a número de visitantes, pero para no morir de éxito como destino turístico mundial, España necesita anteponer la calidad a la cantidad, y para lograrlo, la formación se erige en una de sus más útiles bazas.  

El indudable atractivo que tienen nuestras costas en países como Reino Unido, Alemania y Francia ha logrado que nos instalemos en una zona de confort que dura ya demasiado tiempo, y que deriva en una visión muy sesgada del potencial turístico español. Más allá del reclamo de sol y playa, nuestro país ofrece una inmensa riqueza histórica y cultural que corre el riesgo de desvanecerse entre la masiva demanda de diversión fácil y barata.

Si queremos ser capaces de liderar el mercado mundial como potencia turística, hemos de cambiar un modelo que se muestra insuficiente para atraer a un tipo de turismo emergente y de mayor calidad, con otros intereses y demandas.

Nuestro objetivo a corto plazo debe radicar en el perfeccionamiento de nuestros valores más atractivos para la conquista de los nuevos turistas procedentes de China, Rusia o India. Porque son países con grandes masas de población, cuya renta media crece cada año, y cuyo viajero posee una gran sensibilidad por el valor añadido y lo experiencial.

Una formación cualitativa, a base de especializaciones, permitirá satisfacer las necesidades de los nuevos clientes/turistas

Debemos ser capaces, pues, de confeccionar una oferta de mayor calidad que combine el esfuerzo de las administraciones por cuidar el patrimonio, con el de los empresarios hosteleros por adaptar sus servicios a este nuevo tipo de turista que asegura un gasto personal por día mucho más elevado. Para poder hacerlo, se debe fomentar una formación más cualitativa del personal, enriqueciendo sus conocimientos a base de especializaciones que satisfagan las necesidades de los nuevos clientes/turistas.

Es fundamental potenciar una mayor desenvoltura para la atención al cliente, para lo que es básico el adiestramiento en cultura general, idiomas o protocolo. Resulta imperativo también que a todo trabajador se le exija una profesionalidad acreditada con certificados de profesionalidad, en el oficio que desempeña; algo que contribuiría a retener y optimizar el talento, y a mitigar el intrusismo que tanto perjudica al sector turístico y de servicios en nuestro país.

Las instituciones españolas y europeas han puesto en marcha diversos programas eficaces para este nuevo escenario, como el Sistema de Garantía Juvenil, a través de los contratos de formación y aprendizaje, o la Agenda Europea de nuevas cualificaciones y empleos. Unas medidas que garantizan un elevado incremento de las subvenciones y bonificaciones para pymes y grandes corporaciones, a la hora de acometer sus programas de formación específica del personal, tan imperiosos para crear esa fuerza de trabajo, formada y competitiva, que exige la nueva clase de turistas que España necesita.

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