El comercio minorista es uno de los
sectores más afectados por la excesiva rotación de personal, que perjudica la
productividad de las empresas. Ante esta situación, la formación se presenta
como una gran baza para fidelizar el joven talento y mejorar así la
competividad de las empresas de retail.
España cuenta con una preocupante
tasa de paro y empleo juvenil, que refleja toda una generación de jóvenes
inactivos o infravalorados profesionalmente, abocados a convertirse en
trabajadores desconfiados y poco comprometidos. Este fenómeno repercute muy
negativamente en el tejido empresarial de un país, incidiendo de forma más
dramática en sectores como el del retail, en los que este tipo de mano de obra
es imprescindible, por su forma física, su disponibilidad y sus menores
pretensiones económicas.
Ante este panorama, resulta primordial
para las empresas establecer medidas que contrearresten los efectos de este
fenómeno, y que pasan por construir relaciones laborales a largo plazo, que
incidan en el aumento de la motivación y el compromiso del joven trabajador y,
en consecuencia, en la mejora de sus servicios. La clave está en lograr una
implicación verdadera del personal, que trascienda a la remuneración, y que
contribuya a generar en él una fuerte conexión y fidelidad con la compañía.
Para ello, apostamos firmemente por la formación.
Es imprescindible que las empresas distribuidoras lideren la oferta de
una formación cualitativa y especializada para su personal, enriqueciendo y
actualizando sus conocimientos básicos según el desarrollo de la compañía, y
capaz de ofrecer a sus trabajadores una cualificación certificada en el oficio
que desempeñan.
La formación de los
trabajadores resulta imprescindible para fidelizar el talento juvenil y reducir
la rotación de personal
Mediante el desarrollo de planes de
formación alineados a las estrategias de la compañía, esta incrementará el
valor de su capital humano, aumentando sus habilidades y competencias.
Especialmente recomendable para este sector es la formación relativa a online
marketing, e-commerce o idiomas, que permitirán hacer frente a la creciente
competencia de las grandes corporaciones de retail internacionales que copan el
sector.
Pero, además de una eficaz
herramienta para la gestión de los recursos humanos, la formación para el
empleo es también una fuente inmejorable de bonificaciones y ahorros fiscales
para las empresas. Impulsados desde los organismos estatales y europeos,
programas como el Sistema de Garantía Juvenil, ESCO, Agenda Europea de nuevas
cualificaciones y empleos, o el modelo de formación basado en los contratos de
formación y los certificados de profesionalidad asociados a ellos, permiten a
las empresas beneficiarse de cuantiosas ayudas que contribuyen a mejorar su
cuenta de resultados.
Es, sin duda, una fórmula ganadora,
con la que todas las partes obtienen beneficios. El empleador recurre al
contrato de formación, - que contempla reducciones del 75% o hasta del 100% en
las cuotas de la SS, según el tamaño de su compañía -, y al establecimiento de
un centro de teleformación en la empresa. El joven trabajador, por su parte,
aprende la ocupación específica que necesita su empresa, creciendo con ella y
convirtiéndose en un profesional motivado, que experimenta la valía real de la
formación que va recibiendo, mostrándose dispuesto a aportar esos conocimientos
a su empresa de forma indefinida.
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